Una lasca de hace 1,4 millones de años avala que la ocupación humana de Atapuerca es más antigua de lo que se pensaba
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Una lasca de hace 1,4 millones de años avala que la ocupación humana de Atapuerca es más antigua de lo que se pensaba

Además, nuevas piezas líticas de hace 700.000 años descubiertas en el nivel TD8 de Gran Dolina llenan un vacío en el registro fósil y confirman la presencia continuada de humanos en la Sierra a lo largo del tiempo

Una pequeña lasca de cuarzo descubierta en la Sima del Elefante durante la campaña anual de excavación que se ha desarrollado este mes en la Sierra de Atapuerca avanza la cronología de la llegada a este lugar de las primeras poblaciones europeas, que se remontaría a hace 1,4 millones de años, un período con escasez de restos de ocupaciones humanas. Esto, junto con el descubrimiento de industria lítica en el nivel TD8 de Gran Dolina de hace 700.000 años, avala la presencia humana continuada en la Sierra durante los últimos 1,4 millones de años.

Las excavaciones empezaron el 1 de julio y finalizan el próximo día 28. El Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES-CERCA) y la Universitat Rovira i Virgili (URV) participan con 52 personas que excavan en Gran Dolina, Galería, Sima del Elefante, Cueva Fantasma y El Mirador, 5 de los 11 yacimientos en activo de la Sierra de Atapuerca que, además, están coordinados por miembros de estos dos centros de Tarragona.

Precisamente, la lasca de cuarzo se ha recuperado en uno de ellos, concretamente en el nivel 7 de la Sima del Elefante, el más antiguo de la Sierra, y se considera el hallazgo más extraordinario de esta campaña.

Hasta el momento, este nivel no presentaba ninguna evidencia de presencia humana, pero, con esta pieza, ahora se puede confirmar que hace entre 1,3 y 1,4 millones de años había ocupación humana en la Sierra de Atapuerca. Asimismo, la trascendencia de este hallazgo no se circunscribe únicamente en el estudio de este lugar, sino que repercute en toda Europa, donde las evidencias de presencia humana de cronología tan antigua son muy escasas.

Por otro lado, también en el nivel 7 de la Sima del Elefante, se han recuperado restos óseos de diferentes taxones, entre los que predominan los de suido y tortuga, cosa que refuerza la interpretación que el Equipo de Investigación de Atapuerca (EIA) había planteado anteriormente, según la cual las condiciones ambientales en la Sierra de Atapuerca hace más de un millón de años eran más templadas y húmedas que en la actualidad.

En la unidad TD4 de Gran Dolina se han encontrado numerosos restos óseos de especies que habitaron Europa hace 900.000 años, como es el caso de una cadera y una mandíbula de rinoceronte de la especie Stephanorhinus etruscus. Es de destacar que la mandíbula encaja con el cráneo de rinoceronte que se recuperó en 1991, cuando la dirección del proyecto estaba todavía a cargo del Profesor Emiliano Aguirre; la pieza está expuesta actualmente en el Museo de la Evolución Humana, en Burgos. Además, se ha recuperado en esta misma unidad una lasca de sílex neógeno, acompañando a una buena representación de fósiles de osos, grandes bóvidos, caballos y ciervos.

En el nivel TD8 de Gran Dolina, cuya intervención se inició durante la campaña pasada con mucho éxito -ya que permitió rellenar el aparentemente único vacío ocupacional de los grupos humanos en la Sierra hace 700.000 años, con el hallazgo de dos piezas de industria lítica-, este año se ha podido ampliar la colección de herramientas con 8 unidades más.

Junto a estas piezas se ha encontrado abundantes restos de fauna que permitirán comprender cómo funcionaba la cavidad en esta época y cómo era el entorno de la Sierra de Atapuerca. En cantidad destacan los fósiles de osos muy viejos, que tal vez murieron durante el periodo de hibernación, y también se han identificado hienas, rinocerontes, caballos y bisontes.

En Cueva Fantasma destaca la relevante cantidad de industria lítica que se ha registrado en comparación con campañas anteriores, entre ellas varias raederas de excelente factura, una magnífica lasca de sílex con marcas de uso y otros restos que sugieren un proceso de talla en el entorno inmediato. Estos restos evidencian la presencia de actividad humana y uso de este espacio por parte de las comunidades neandertales hace alrededor de 70.000 años.

En cuanto a la fauna, se han recopilado un gran número de huesos, en forma de grandes acumulaciones. El caballo es la especie mejor representada, con restos pertenecientes a todas las partes del esqueleto, especialmente del cráneo y de las extremidades, y muchos de ellos completos. Hay asimismo ciervo y un gran bóvido en los tres niveles, aunque en mucha menor proporción que los restos de caballo. Finalmente, cabe mencionar los restos de hiena, oso y zorro.

En Galería, la industria típica del Achelense que sigue apareciendo en la rica unidad GIIIa, con 260.000 años de antigüedad, se corresponde con el pleno funcionamiento de la cavidad como lugar de obtención de recursos cárnicos por parte de los grupos humanos del Pleistoceno medio de la Sierra de Atapuerca. La industria lítica utilizada en estos procesos está elaborada con una amplia variedad de materias primas (sílex neógeno y cretácico, areniscas y cuarcitas), y se compone de pequeñas lascas e instrumentos retocados de gran tamaño (bifaces y hendedores).

En total se han recuperado más de 1.500 restos de fauna y de industria lítica asociados. La fauna se compone principalmente de restos de ciervos y caballos que fueron procesados en el interior de la cueva, como sugieren las marcas de corte identificadas. Además, se han documentado concentraciones de pequeños fragmentos óseos, producto de la fracturación de huesos para el consumo de la médula.

En la cueva de El Mirador los hallazgos realizados siguen aportando información relevante sobre la importancia de las prácticas ganaderas y la cultura de las primeras comunidades pastoriles y agricultoras que colonizaron estas tierras durante el Neolítico. Se han documentado diversos episodios de combustión, de una antigüedad de unos 6.000 años, relacionados con la quema del estiércol de los rebaños que se guardaban en la cueva, práctica destinada a reducir el volumen de los residuos y a eliminar parásitos.

Cabe destacar la gran cantidad de restos de fetos y neonatos de ovejas y cabras recuperados en esta zona, lo que junto a la elevada presencia de progesterona (una hormona vinculada al embarazo) detectada en el estiércol a través de estudios de química analítica, hace pensar que se trataba del lugar donde se guardaban las hembras durante la fase final de la gestación y a las crías con sus madres en los primeros días de vida.

En otro sector de la cavidad, en los niveles del Neolítico antiguo, de unos 6.700 años de antigüedad, se han obtenido numerosos restos de cultura material, siendo el caso de diversos ornamentos, entre los que destacan colgantes realizados con caninos de ciervo perforados, y nuevos fragmentos de brazaletes de mármol, que se suman a los recuperados durante la campaña de 2019. Cabe señalar la rareza del caso de estos brazaletes, ya que los lugares conocidos de fabricación de estos ornamentos de mármol se sitúan en Andalucía, y los hallazgos fuera de esta región y del Levante peninsular son extremadamente escasos. Probablemente fue un elemento de prestigio que llegó a Burgos a través de redes de intercambio.

Destacamos, igualmente, la labor llevada a cabo por el equipo de lavado de sedimentos, encargados de recuperar los restos de semillas, carbones, roedores, anfibios y otros pequeños animales con los que se elaboran las reconstrucciones paleoecológicas, así como de rescatar los pequeños fragmentos de huesos e industria lítica no advertidos en las excavaciones. Personal del IPHES-CERCA y la URV han participado igualmente en esta actividad.

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