Encuentran restos de Ursus deningeri de un millón de años en el yacimiento del Barranc de la Boella (La Canonja)
Se trata de un fragmento parcial de cráneo de una especie extinta que habitaba en Eurasia durante el Pleistoceno y que está emparentado con el oso pardo actual
Los trabajos de excavación, que finalizan este próximo viernes, han proporcionado numerosos restos de fauna y de industria lítica de los homininos que ocupaban este territorio del Camp de Tarragona
Entre el 8 y el 28 de septiembre se ha llevado a cabo la 18a campaña de excavación arqueológica consecutiva en el yacimiento del Barranc de la Boella (la Canonja, Tarragonès), bajo la dirección de los investigadores /as del IPHES-CERCA Palmira Saladié y Josep Vallverdú. Este año, el proyecto llega a su mayoría de edad, cumpliendo 18 años de investigación y descubrimientos. Este hecho es motivo para hacer una síntesis de los hitos conseguidos a lo largo de este período de este yacimiento extraordinario con una antigüedad de aproximadamente un millón de años.
Herramientas de piedra de un millón de años
Las excavaciones de este año se han concentrado en dos de las localizaciones tradicionales del yacimiento: la Mina y la Cala 1. En ambas se ha ampliado la colección de herramientas de piedra, considerada una de las más relevantes en Europa por esta cronología.
Esta colección es objeto de dos artículos científicos recientes publicados en revistas científicas internacionales. El primero, publicado en la prestigiosa revista científica Frontiers in Earth Science y liderado por el Dr. Andreu Ollé (investigador del IPHES-CERCA y profesor asociado de la URV) y el segundo liderado por el Dr. Diego Lombao (investigador postdoctoral de la Universidad de Santiago de Compostela y asociado al IPHES-CERCA), publicado en la también prestigiosa revista Journal of Paleolithic Archaeology .
Ambos estudios refuerzan la hipótesis de que el yacimiento del Barranc de la Boella representa una dispersión humana procedente de África, que se inició hace aproximadamente 1,4 millones de años. Estos primeros grupos humanos traían nuevas tecnologías, como la tecnología achelense, conocida popularmente como la "cultura de las hachas de mano". Se trata de una de las primeras dispersiones humanas hacia Europa que hasta ahora no había sido reconocida fuera de África, y está conectada con evidencias halladas en las puertas de Eurasia. Todo ello apoya la hipótesis de la existencia de una ruta costera del Mediterráneo septentrional para llegar a Europa occidental, concretamente en el Barranc de la Boella, donde estos grupos humanos encontraron abundantes recursos.
Restos de hueso, de hipopótamos, de mamuts,... pero que necesitan ser restauradas
A nivel de fauna, este año se han descubierto nuevos restos de hipopótamos y de los grandes mamuts que habitaron el Camp de Tarragona, así como de caballos, bisontes y ciervos.
Cabe destacar que los restos de fauna en el Barranc de la Boella suelen estar en un estado de conservación muy deficiente, lo que hace necesarias tareas de restauración muy lentas y delicadas. Muchas veces, los huesos extraídos son casi irreconocibles y requieren mucho trabajo por parte del equipo de restauración.
Gracias al trabajo de restauración previo, durante el invierno se han estudiado los restos parciales de un cráneo recuperado durante la campaña de excavación anterior y que se ha identificado como Ursus deningeri. Se trata de un hallazgo excepcional de esta especie extinguida que habitaba en Eurasia durante el Pleistoceno, y que se encuentra en la línea evolutiva del oso pardo actual, presente en el norte de la Península Ibérica.
Financiación
La intervención en el yacimiento del Barranc de la Boella se enmarca en el proyecto cuatrienal “Evolució del paleoambiental i poblament prehistòric a les conques dels rius Francolí, Gaià, Siurana i rieres del Camp de Tarragona” aprobado por el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya que a la vez ha financiado la campaña (CLT009/18/00053) junto con el ayuntamiento de La Canonja.
Durante la campaña han participado investigadores e investigadoras y estudiantes del IPHES-CERCA, de la Universitat Rovira i Virgili, del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, la Universidad Complutense de Madrid, la Universitat de Barcelona y la Universidad de León. Entre las colaboraciones internacionales, cabe destacar la participación de investigadores del Museo de Historia Natural de París (Francia), la Universidad Nacional de Rosario (Argentina) y la Universidad de Coimbra (Portugal).